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La nueva política

Hemos asistido al nacimiento, allá por 2014, de la nueva política. Con nueva política me refiero al salto que se dio desde las plazas al sue...

jueves, 11 de agosto de 2016

Neoliberalismo y democracia: discurso (IV)

Para que el neoliberalismo pudiera asentarse y arrastrar a capas tan contrarias dentro de la democracia como el socialismo, necesita de un discurso potente. El neoliberalismo basa su discurso en varios factores, de entre los cuales destaca el mito, que se revisten de cierto cientificismo. Al parecer, un argumento envuelto en números y estadísticas hace del discurso del neoliberalismo una vez absoluta. En plano siglo XXI, sabemos de sobra que las verdades absolutas no existen. Sin embargo, el discurso sobre el que se asienta el neoliberalismo obvia todo aquello que no le favorece. Para una explicación más profunda de lo que aquí se va a exponer, podéis visitar este artículo de Attac y tendréis información más concienzuda. Por lo que a este artículo sobre neoliberalismo y democracia respecta, sólo se va a poner de manifiesto uno de los aspectos del discurso del neoliberalismo.

Como podemos leer en aquel artículo, el neoliberalismo basa su discurso en una serie de indicadores económicos que, en su mayoría, son un esperpento matemático. Lo importante no es aquí la rigurosidad científica, pues al neoliberalismo sólo le puede importar su expansión y su lucha contra lo público. El discurso del neoliberalismo, entonces, acaba por mezclar peras con manzanas, con tal de "demostrar" que, en efecto, sus postulados son ciertos. Por ejemplo, uno de esos índices utilizados por el neoliberalismo es el de miseria. En el artículo anterior nos dicen que este índice es obtenido a partir de la suma de la tasa de paro y la inflación anual. Como recalcan, es lo mismo que sumar el porcentaje de jubilados con la tasa del IVA. El discurso del neoliberalismo se asienta sobre unas bases que pretenden ser científicas pero que, rigurosamente, son manipulaciones mediante las cuáles, el propio neoliberalismo, consigue armar una imagen fortificada frente a la realidad. No olvidemos el poder del discurso dentro de la religión cristiana, para quienes una paloma fue capaz de dejar embarazada a una mujer. Salvando las distancias, es un tipo de discurso muy parecido al del neoliberalismo con la misma finalidad: ejercer el poder.

Hay otro índice, el de libertad económica, que también potencia el discurso del neoliberalismo. Este seguro que nos suena más, porque es el que contempla que la minimización del Estado en los asuntos económicos es mejor. Sin embargo, el índice cae en contradicción: los países con menos regulación estatal en los asuntos económicos están peor posicionados. Si tan malo es el Estado para el neoliberalismo, ¿por qué los primeros puestos los ocupan Estados con fuertes regulaciones económicas? Se debe, principalmente, al uso de los indicadores para realizar el índice de libertad económica. Se usan de manera que el neoliberalismo, al final, acaba siendo lo "bueno" y, en consecuencia, su discurso se ve reforzado doblemente. Por un lado, porque si es bueno para X países, es bueno para todos. Por otro lado, la ejemplificación es un arma potente del discurso en materia de comparación. ¿Queremos estar a la cabeza del mundo? Neoliberalismo. Sin embargo, el propio neoliberalismo juega con el discurso a partir de un "cherry piking" o, en materia de discurso, falacia de la evidencia incompleta: selección de aquello que interese para mostrar unos resultados determinados.

Lo que está detrás del discurso del neoliberalismo es la intención del capital de poder controlar todo sin restricción alguna, para ello utilizan todo su alcance. Creo que es importante hacer resaltar una cosa: libertad económica no es lo mismo que libertad civil. Es aquí donde reside la máxima potencia del discurso del neoliberalismo, en tanto que consigue arrastrar a contrapuestos dentro de la democracia.

lunes, 8 de agosto de 2016

Neoliberalismo y democracia: la autonomía de la universidad pública (III)

Como dije en la anterior entrada, para entender la incidencia del neoliberalismo en la democracia vamos a poner un ejemplo concreto. Este ejemplo es el de la autonomía de la universidad pública. El derecho a la educación es uno de esos derechos sociales que mencionábamos en Neoliberalismo y democracia: dos fechas clave (II). Sin embargo, para entender cómo influye, debemos ver cómo se expande la ciencia y la tecnología a partir de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos.

En 1941, ante la intención de Estados Unidos de ganar la guerra y establecerse como primera potencia mundial, la democracia decide invertir dinero público en ciencia y tecnología para conseguir tales propósitos. Cuando llega 1945, finalizada la contienda, Estados Unidos se encuentra con, literalmente, un Sistema de Ciencia y Tecnología público que, con el apoyo de un prestigioso científico del momento, consigue seguir financiada públicamente e, incluso, institucionalizada en la National Science Foundation (NSF). No existe, a penas, rastro del neoliberalismo. Es más, la financiación privada de la ciencia y la tecnología es casi inexistente.

Gracias a estos avances, aunque a un nivel que aquí no vamos a detallar, la universidad pública se ve reforzada: mayor número de estudiantes, inversiones públicas cuantiosas, progreso. La autonomía de la universidad se mantiene, la finalidad a la que se orienta la ciencia y tecnología que aquí se realiza es al beneficio social y no tanto a la creación y transmisión de conocimiento (el ideal de la ciencia libre de valores).

1973. La democracia se ve golpeada por la crisis del petroleo, la financiación pública de la ciencia se ve diezmada. En el caso de Estados Unidos, además, hay que añadir el fracaso que supuso la guerra de Vietnam. ¿Por qué financiar la ciencia si la primera potencia mundial ha sido superada por Vietnam? El neoliberalismo tampoco influye demasiado aquí, en realidad el intervencionismo del Estado y la prevalecencia de la democracia le hacen imposible actuar.

Todo cambia con la llegada de Reagan al poder, pues el valor económico promovido por el neoliberalismo entra en juego. La ciencia y la tecnología en investigación no se orientan ya a ganar una guerra, sino a producir beneficio económico. Para la universidad ocurre exactamente lo mismo. Es fácil intuir, entonces, cómo la autonomía de la universidad pública se ve comprometida.

Podemos decir que existen dos maneras de ejercer la autonomía por parte de la universidad pública: una de tipo externo, referida a las relaciones entre universidad, Estado y sociedad; otra de tipo interno, referida al autogobierno (es muy importante no confundir la autonomía en su ejercicio interno con la libertad de cátedra). La autonomía de la universidad pública en su ejercicio tanto interno como externo, está condicionada por el beneficio económico y social, por un lado, y por otro lado, por la Ley que regula la universidad pública.

A partir de 1980, cuando el neoliberalismo se impone en democracia, muestra el Estado y todas sus instituciones como ineficientes. La democracia pasa a ser el mercado del neoliberalismo, el Estado y sus instituciones son empresas que son más o menos viables dependiendo del beneficio económico que aportan. Si para el neoliberalismo funciona, también funciona para la universidad pública o el propio Estado.

La inclusión del neoliberalismo en la democracia tiene consecuencias positivas, el avance de la ciencia y la tecnología a partir de 1980 es brutal. De hecho, es posible que sin neoliberalismo, la ciencia y la tecnología no hubieran avanzado como lo han hecho. Hay una razón sencilla que explica esto: ciencia y tecnología son capaces de producir mucho beneficio económico en poco tiempo. Esto no ocurre con la universidad pública, puesto que no produce beneficio económico de la misma manera. Por lo que, la inclusión del neoliberalismo en la democracia, también tiene consecuencias negativas. Aquel que no produce beneficio económico, no es apto para el neoliberalismo. Es así de sencillo.

Espero que la anterior entrada haya quedado mejor explicada con este artículo. Neoliberalismo y democracia chocan en cuanto a que la democracia es protectora de individuos, pero el neoliberalismo sólo tiene en cuenta a aquellos que producen y reproducen el capital. Si tenéis algún comentario, duda o sugerencia, aprovechad la sección de comentarios o mis redes sociales para que podamos debatir más y mejor.

sábado, 6 de agosto de 2016

Neoliberalismo y democracia: dos fechas clave (II)

En mi idea inicial sobre este serial del neoliberalismo hay muchos temas, algunos bien desarrollados y otros que son meras hipótesis que me hubiera gustado desarrollar. En el caso de esta entrada, estamos ante la primera opción. He estudiado dos fechas clave para el neoliberalismo y la democracia del siglo XX. Sin más dilación, estas dos fechas son 1945 y 1980. Obviamente, para el neoliberalismo y la democracia estas dos fechas clave tienen diferentes connotaciones.

El final de la Segunda Guerra Mundial muestra al mundo lo equivocados que estábamos frente a la naturaleza humana. Con motivo de no volver a repetir lo mismo, se creó la Organización de las Naciones Unidas (a día de hoy creo que esta ha fallado en su propósito inicial, pero es otro tema). La democracia, además, salió vencedora frente a delirios fascistas, excepto en España. Es curioso que se buscará una fórmula mixta entre el predecesor del neoliberalismo y la economía social. A partir de aquí, podemos decir con cierta seguridad que nace el progreso. Quien mejor lo hace es Estados Unidos, creando economía a partir de la ciencia y la tecnología.

Entre medias de estas dos fechas clave, llega un punto de inflexión: 1973, la crisis del petróleo. Aunque no tuviera nada que ver con la Gran Depresión, los efectos son más o menos parecidos. El sistema público pasa a ser incapaz, donde el neoliberalismo es más fuerte. En consecuencia, políticas asociadas al neoliberalismo empiezan a imponerse en forma de reducción de gasto público, privatizaciones y flexibilización laboral. Así llegamos a 1980: Reagan y Thatcher llegan al poder, imponiendo todo tipo de políticas económicas ligadas al neoliberalismo. Esto es lo que nos llega hasta hoy. ¿Por qué?

Desde 1945, la democracia entiende de la necesidad de unos derechos básicos de carácter social. Una serie de prestaciones que aseguran la plena participación de la sociedad en los asuntos públicos, derechos económicos, sociales y culturales cuyo garante es el propio Estado. Esto significa que hay una serie de ingresos en los Presupuestos que, irremediablemente, la democracia va a perder. Es el 1980 cuando aparecen las objeciones del neoliberalismo a los derechos sociales, proponiendo la desaparición de estos y condenando a la mayoría de la sociedad. Ante esto, la democracia se vuelve conservadora: el Estado deja de ser garante de aquello que después de la Segunda Guerra Mundial se impone.

El neoliberalismo es ayudado por la expansión del capitalismo, que busca la máxima ganancia a cosa de cualquier cosa. El mercado, que prioriza la reproducción del capital, no entiende los derechos sociales al modo de la democracia. Para capitalismo y neoliberalismo, los derechos son de tipo mercantil, adquiribles previo pago establecido por la ley de oferta y de demanda. Ante esto, la retórica del neoliberalismo expone al Estado como ineficiente frente al sentido común del mercado. El neoliberalismo dice que lo bueno para uno, es bueno para todos. Una extrapolación difícil de mantener, una retórica que es casi mitológica (lo explicaremos más adelante).

A partir de estas dos fechas clave que podemos entender la influencia del neoliberalismo en la democracia. El neoliberalismo lo único que puede entender es el beneficio económico, si algo no lo persigue (como los derechos sociales que la democracia proporciona) entonces ese algo (en nuestro caso, la democracia) es irracional. Como sé que esto puede ser un poco abstracto, en la siguiente entrada pondré un ejemplo concreto del neoliberalismo y la democracia enfrentados.

jueves, 4 de agosto de 2016

El neoliberalismo y la democracia: qué es (I)



Cuando el neoliberalismo y la democracia se juntan, ocurren cosas curiosas. Inicio este serial para dar un poco más de luz a aquello que está por detrás de las decisiones que se llevan tomando desde los años ochenta. En este primer artículo, vamos a hablar de neoliberalismo y democracia desde una perspectiva donde se explica qué es cada una de las cosas. No planeo un número limitado de entradas acerca del neoliberalismo y la democracia, irá fluyendo poco a poco. Es un tema que he investigado durante un tiempo y, precisamente por obra del neoliberalismo, me veo en la tesitura de no poder avanzar si no es por aquí. Comenzamos.


El predecesor del neoliberalismo, el liberalismo clásico, era una corriente contraria al poder absoluto por parte del Estado, donde la libertad del individuo era oprimida. Montesquieu o John Locke influyeron significativamente en las revoluciones de independencia de Reino Unido o Estados Unidos, por ejemplo. El primer paso para entender el neoliberalismo es la conversión del feudalismo en capitalismo, el segundo paso es la revolución industrial y, finalmente, el tercer paso la Gran Depresión del veintinueve.

Este fracaso económico se atribuye al viejo liberalismo, por lo que la idea pasa a ser reformular este en uno "nuevo". Desde entonces, una economía mixta entre el libre mercado y el control estatal se hace fuerte hasta el punto que el término neoliberalismo cae en desuso. Se recupera a partir del Golpe de Estado realizado en Chile por Pinochet (con la ayuda de Estados Unidos), donde se impone un nuevo modelo económico más agresivo: el neoliberalismo de la Escuela de Chicago. El neoliberalismo busca capitalizar el Estado, pasando a tomar el control de este. Sus principales características son la liberalización del mercado, la reducción del gasto público en favor del sector privado (pasando a ser el Estado un simple aparato de este) y la privatización de empresas públicas junto con políticas restrictivas en materia fiscal y monetaria o la flexibilización laboral.

La democracia, en cambio, es la forma de organización social y política que se caracteriza porque el poder emana del pueblo. Aunque hay diferentes formas de democracia, comparte con el neoliberalismo los principios predecesores de libertad frente a poder absoluto. Sin embargo, es a partir de los años ochenta cuando las políticas del neoliberalismo se incluyen de forma feaciente en la vida pública de la democracia. Reagan primero y Thatcher después, se encargan de iniciar la caída de ese sistema mixto que se venía aplicando desde la gran Depresión.

El último hecho que ha precipitado una radicalización del neoliberalismo ha sido la crisis económica de 2008. Las políticas del neoliberalismo se han impuesto como un poder absoluto que han resultado implacables, gasolina para el fuego económico. Como resultado, sólo podemos decir que es una contradicción no sólo con la democracia, Con el propio neoliberalismo también. La nueva política nace contra esto, un grito frente al neoliberalismo en garganta de aquellos que no paran de sufrir.

Ya sabemos qué es el neoliberalismo, la democracia, pero esto no es cosa de dos días. En la siguiente entrada, veremos qué supone neoliberalismo en conjunción con otros aspectos y daremos dos fechas clave desde las que articular el siglo XX y entenderlo.


miércoles, 9 de marzo de 2016

La nueva política

Hemos asistido al nacimiento, allá por 2014, de la nueva política. Con nueva política me refiero al salto que se dio desde las plazas al suelo público como tal. En 2016, la calle tiene verdadera representación. Sin embargo, esto ha supuesto que la vieja política se actualizara. Tras casi dos años de Podemos, ¿a qué se ha enfrentado?

1. Un ascenso fulgurante. Nadie podía prever que se aceleraran de 0 a 100 en pocos segundos cual Fórmula , pero tiene una explicación sencilla. A Pablo Iglesias y compañía se le dio cancha, lo que supuso beneficio económico para todos estos programas de televisión que empezaron a hacer negocio de la crispación ciudadana. Mientras que no tenían intención de ir más allá, todo estaba bien: eran denuncias retóricas, porque lo que de verdad cambia todo es el poder.

2. Elecciones europeas. El día antes de los comicios, los expertos creían que de sacar algo, Podemos iría a Bruselas con un representante. Fueron cinco. El cuarto poder entendió que había creado un monstruo, uno tan grande que se le había ido de las manos. Cuando todo era retórica apropiada, no había problemas. ¿Qué podía pasar? Nunca nadie creyó en los de la Complutense. Ese es el peligro de acusar al contrario de populismo, que pone una cortina opaca entre la realidad y el discurso acusador.

3. Campaña de acoso y derribo. Desde entonces, a lo único que pudo enfrentarse Podemos fue a un constante ataque que, a día de hoy, sigue. Fue un año de desgaste, una carrera de fondo que hizo mella. A las autonómicas andaluzas se llego en plena batalla, con lo que el resultado no fue el esperado. Lo suficiente como para que el adversario pudiera hablar de fracaso, aunque no era así.

4. Aparición de Ciudadanos. Un partido que se pretendía como nueva política pero que, en realidad, era más de lo mismo. Este sí fue un experimento controlado por el cuarto poder, mediando el Ibex35 quien, se había quejado de no tener un Podemos de derechas. Los auparon, los presentaron como la alternativa sensata y mucha gente lo creyó. Este es, sin duda, el mayor daño que ha sufrido Podemos. Parte de su electorado venía de la derecha, por no tener otra alternativa clara y porque, en un giro, a mi juicio, desastroso, Podemos decidió buscar el centro. Ciudadanos pronto se reveló como lo que era, pero con un discurso sobre la unidad nacional tan fuerte... no necesitaban mucho más.

Que un partido como Podemos se haya abierto paso de esta manera en un país de mente y costumbres tan conservadoras, tiene mucho mérito. Aunque el voto parece guiarse por lo malo conocido mejor que lo bueno por conocer, lo que Pablo Iglesias y demás personas han conseguido no lo había hecho nadie hasta ahora en este país. Gracias a estos y muchos más, mitos políticos como el de la Transición modélica o el propio Felipe González están cayendo.

Lo interesante está en ver qué pueden hacer si llegan al poder, los ejemplos de Carmena, Kichi y otros son muy positivos. Es algo que los medios de comunicación tapan si no tienen un arma arrojadiza. Por lo pronto, estamos en stand by a la espera de que Pedro Sánchez consiga unos votos que, salvo que el PP lo facilite, parecen imposibles.